De mi verano en Chapadmalal: una estación y un mes entre el campo y el mar

Cuatro meses en Chapadmalal: gratitud a la vida nómada por elección. Habité este paraíso al sur, entre las ciudades de Mar del Plata y Miramar y me sentí plena. Es cierto que trabajando ocho horas diarias con un franco a la semana se hizo difícil conocer a mucha gente del lugar. Lo habité en soledad, arriba de la bici, investigando senderos y bajadas rústicas hacia el encuentro con el mar. En esta oportunidad, no puedo hablar de ofertas gastronómicas u hosterías donde alojarse, pero, si queres, puedo contarte sobre el humedal de Los Lobos o del bosquecito en Santa Isabel. Cuatro meses “entre arroyos”, conexión con las lechuzas, el acantilado como escudo 24/7 y el ruido de las olas profundo por la noche desde el jardín de casa… un flash.

Latitud 38°Sur

Chapadmalal se encuentra entre las ciudades balnearias de Mar del Plata y Miramar pero no pertenece a ninguna de las dos. Se trata de un distrito descentralizado, a unos 25 kilómetros de la Bristol, comprende siete  barrios diferentes, distribuidos en unas cuantas miles de hectáreas.

Abarca desde avenida 515 hasta Las Brusquitas y desde la Ruta 11 hasta el camino viejo a Miramar. Son unos 200 kilómetros cuadrados donde habitan vecinos de los barrios Las Palomas, Los Lobos, Playa Chapadmalal, Santa Isabel, San Eduardo de Chapadmalal, El Marquesado y San Eduardo del Mar.

Señora de la Tapeada

Pegué un rancho que me convirtió en la Señora de la Tapeada, con Plazoleta a mi nombre y todo. Pero al igual que el guetto que convive en mi cabeza, por acá las persianas se rehúsan a subir, las maderas están quebradas y cuando llueve se corta la luz. El viento hace estragos cuando pega del sudeste y las ventanas tiemblan hasta que por fin se abren, con violencia y de par en par. Pero el bosque que se asoma hasta entrar en mi cama es lo primero que veo cuando abro los ojos desde la almohada. Eso me mantiene encantada.

Perderme en senderos de tierra y pedregullo es una actividad diaria arriba de la bici, incluso cuando llueve y el barro obliga a bajar un cambio. Finito, un hermoso galgo que apareció desorientado y famélico en mi lugar de trabajo y quien me eligió como humana en tránsito, aprovecha esos instantes para marcar territorio, para  asimilar la ruta elegida en su memoria. Otro que me tiene enamorada, o será parte de este paisaje de ensueño. Nos hicimos compañía y encontré hogar para él, que no elige ser nómade como yo, pero que supo entenderlo y nos brindamos amor sin barreras ni ataduras ni (demasiado) apego.

Atardecer en Playa Los Lobos

Un paraje entre el campo y el mar

Al sureste, el Océano Atlántico baña las costas de imponentes acantilados y playas naturales. Al noreste, el camino de circunvalación va en línea recta desde el mar, atraviesa el campo verde hasta la antigua Estación de Trenes, símbolo de la historia del lugar. A este sitio llegaría por primera vez un tren en 1911 y con él, una rica historia fundacional.

Este paraje entre el campo y el mar guarda una armoniosa relación con la naturaleza, desde las playas agrestes, médanos que son reservas y acantilados rojos gigantes, hasta las filas de variados verdes que llaman a inmiscuirse en la rural esencia de la zona.

Hermosas playas, acantilados imponentes donde se siguen encontrando piezas de gran valor paleontológico, arroyos, lagunas, reservas forestales y campos. Acá también está el único viñedo de la Costa Atlántica, las estancias originarias y una gran variedad de fauna y flora autóctona que es menester conservar.

Olas de izquierda

Chapa tiene un denominador común entre residentes y visitantes: la playa y el surf. El balneario Luna Roja tiene una particularidad, acá las olas rompen “de izquierda”. A diferencia del resto de la costa argentina, donde en las olas predomina una orientación de derecha, Luna hace soñar a principiantes y experimentados en este deporte.

Los banderines marcan siempre precaución, peligro o dudoso. Y la orilla se presenta violenta a la mirada de niños y niñas que elijen la desembocadura del arroyo para jugar. Este es un balneario donde la juventud privilegiada pasea sus cuerpos moldeados y donde desfilan trajes de neoprene y rubias melenas. El mar está ahí, todos los días, desafiando a los atrevidos que hacen frente a las mareas.

Surfers en playa Luna Roja

El bien mayor del cual menos se dispone

Como una adivinanza, pregunto a qué estaré haciendo referencia: tic tac efímero. Sí, hablo del tiempo, “el único tener que es ser”, pues el tiempo “Se tiene”. En Chapa sentí que el tiempo no falta y también sentí eso raro que es no saber cómo usarlo. ¿Qué hacer cuando nada debo hacer? ¿Cómo usar los instantes de libertad? ¿En dónde invertir tiempo? Que loco ¿no? Cuando se “tiene” tiempo, buscamos hacer cosas para “matar el tiempo”.

Propongo hacer una meditación sobre esto, aprovechar que tenemos tiempo. Dispongamos de él, con conciencia, manejemos nuestro tiempo, usémoslo, disfrutémoslo, sí, gocemos nuestro tiempo, presente, acá mismo, ahora. El reloj no apremia y no hay compromisos ni fastidios con los que cumplir. Hoy es una fiesta.

Sobre el mar negro

Hace 43 años atrás, un 2 de agosto, Luna Roja se presentaba como escenario de un aberrante hecho. Cinco militantes, detenidos en el Centro Clandestino Base Naval, eran asesinados con explosivos, en un montaje de película, por un grupo de tareas de la Marina. Los diarios dijeron que “manipulaban una bomba”.

Años después, en el 2011, el Equipo Argentino de Antropología Forense logró identificar a cuatro de las víctimas, confirmar que previamente habían sido secuestradas y que al momento de la explosión estaban atados de pies y manos. Hay una quinta persona que no pudo ser identificada.

En memoria de Ricardo Alberto Téllez, Antonia Margarita Fernández García, Lilia Mabel Venegas Ballarini y Elizabeth Irma Kennel Marinelli y aquella quinta persona desaparecida aún no identificada, una Luna Roja de mosaicos ve pasar a cientos de veraneantes a diario.

Playa Luna Roja

Los Hoteles de Perón

Si pensamos en Chapadadmalal se vuelve por  lo menos raro pensar en Chapadmalal y no imaginar los emblemáticos monumentos que supieron alojar a tantos huéspedes y dejar huella en la historia argentina. Los hoteles de Perón se comenzaron a construir en 1945 con la finalidad de ser colonia de veraneo destinada a empleados públicos y sindicatos. De la mano de Eva se amplió el beneficio del turismo a la infancia, adolescentes, personas con discapacidad y ancianos de todo el país.

La Unidad Turística se conforma por 9 hoteles, bungalows, centrales de agua y energía, sala de salud, destacamento policial, una capilla e históricamente contaba con quintas, corral y matadero de animales. Esta ciudad balnearia estaba lista para recibir a seis mil personas y  daba trabajo a 650 familias. En sus años dorados se consolidó como el segundo complejo vacacional del mundo. Por ello, y por tantas otras cosas que pasaron en sus salones, hoy es Patrimonio Histórico Nacional.

Los Hoteles en Pandemia

En la actualidad, el complejo depende del Ministerio de Turismo de Nación y durante todo el verano, dos de sus unidades se mantuvieron activas para el turismo social. Otras tres unidades están aptas para alojar personas y el resto están abandonadas, sus vidrios rotos y pelados por dentro.

El Estado parece estar presente, obreros trabajan en la restauración y puesta en valor del patrimonio aunque la peli que se vive hoy en Chapa es otra. Con una inversión de $223 millones de pesos, según anuncia el portal de la nación, las obras se destinaron a refacciones en techos, pintura, carpintería, instalaciones eléctricas y obras de accesibilidad.

A mí me llena de orgullo, acá confluyen clases sociales y hasta modos de ser en traje de baño. En la misma playa donde reconocí actores de los que nunca recordaré el nombre, se bañan trabajadores y trabajadoras de las provincias de nuestro territorio. Para mí la inclusión a través del turismo todavía está piola y que la playa de Chapa no sea sólo pasarela, también.

Acantilados

Que lo natural no sea tu basura

Al costado del camino, a lo largo de toda la Ruta 11, se puede leer esta frase, en distintos colores,  caligrafías y sobre distintos lienzos: maderas, plásticos y chapas clavadas en postes y árboles. El objetivo es uno, que te lleves las bolsas de residuos que generes. Y si calamos más profundo, que no las generes. Y si pensamos en la ubicación espacio temporal, nos situamos en barrios donde el crecimiento demográfico avanza rápidamente pero no pasa con la misma frecuencia el camión de la basura. Pero, aún así, no queremos asfalto y luminarias, porque no hay como las estrellas en Chapa. “Compostá, vivimos en el campo”, escribiría yo. “No compres más plásticos de un solo uso”, escribiría yo. Empezar con embolsar los desechos y acarrearlos hasta el punto de recolección, es la piedra fundacional de la conciencia. Y lo que es clave rescatar de esta acción es la esencia colectiva, el sentido de pertenencia por parte de la comunidad chapamalteca y las ganas de mantener lo menos “manoseado” posible el entorno natural de la zona.

Vivir en Chapa fue ser de la forma más sencilla que se me ocurre: contacto directo con la naturaleza y, sobre todo, con el mar. Tal vez la costa argentina no sea perfecta, el mar no sea el más cálido o el más tranquilo, pero así como es yo lo sentí perfecto. Las olas marcan estados de ánimo pero nunca indiferencia. Igual que el sacudón que podes darte en la orilla, Chapa me dijo “¡despertate! ¿No es hermoso tu alrededor?”.

13 comentarios en “De mi verano en Chapadmalal: una estación y un mes entre el campo y el mar”

  1. Buenisimo compa! Se respiró bien profundo cada subtítulo. Te dejo una data para que sigas en redes, un proyecto de mi ciudad natal: @Namuncura Sustentable
    Me alegro andes disfrutando aire y agua de mar en este mundo de respiradores y camas de hospital. el rama

  2. Como siempre un placer leerte e imposible no teletransportarse al momento de los hechos y lugares que tal vez tuve la oportunidad de visitar por el camino de la Ruta 11, tan felizmente…

    Sentir en soledad es lo que me hace viajar esta nota al agarrar la bici y volar en un lugar tan bello entre las lechuzas, olas y atardeceres prometedores…

    Excelente nota 👏

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