Cusco es la cuna del Imperio Inca y la Capital Arqueológica de América, a donde llegan miles de turistas diariamente para conocer las imponentes ruinas de Machu Picchu y los fascinantes rincones llenos de historia, misticismo y tradición que guarda la ciudad más concurrida del Perú. Conversé con el difusor de la cosmovisión andina y especialista en medicina herbal, William Huaman Taipe sobre saberes ancestrales, turismo respetuoso, rituales chamánicos y covid-19.
Desde Colombia hasta Argentina, los pueblos andinos comparten ciertos principios para entender la realidad que guardan valiosas enseñanzas. La práctica de la Pachamama refleja una reverencia a la tierra como madre, como creadora de las personas, como un ser, una entidad con la que nos une el afecto y a la cual debemos cuidado y agradecimiento. Los antepasados prehispánicos entendían que el bienestar de las personas dependía del trato respetuoso con los demás seres que comparten con nosotros el mundo.
La gran mayoría de los turistas llega a Cusco sólo como entrada a la ciudadela que es el Machu Picchu, a hacer el camino del inca como un desafío meramente deportivo y compra el tour completo a las ruinas del Valle Sagrado, foto con las llamas, pisco por la noche y mucho inglés. Existe también un turismo que llega a hacer el ritual de la Ayahuasca, emocionados por el consumo de esta “Droga legal”. Para el sudamericano de mochila es una parada estratégica para juntar dinero ya que se consigue trabajo informal fácilmente y los hospedajes y la comida son muy accesibles. La combinación de esta energía que genera el flujo permanente de personas sumado a la historia que carga cada piedra del centro histórico hace que realmente se sienta algo mágico en esta zona. También llegan hasta aquí personas en busca de una vida mejor.
Cusco para mí significó dos meses maravillosos, tal vez los más lindos del viaje. Cusco fue quinoa, habas y segundito después de la sopa. Sol radiante de las doce del mediodía y penetrante frío por las noches. Cusco fue caminatas en altura y el sonido folclórico de los Andes, una cierta familiarización con el Quechua, tecitos de muña, barro y trenzas. Fue desfile, tradición y color a través de la Avenida del Sol.
William Huaman Taipe tiene 49 años, nació en Apurimac, a 134km del Cusco, en el seno de una familia rural y para él Cusco “es un lunar en el universo pero a la vez, dentro de esa lunar, hay mucho misticismo y misterio y a la vez mucha verdad y para descifrar eso hay que meditar, hay que preguntar a los antiguos abuelos, a la medicina, a la coca, el por qué, el para qué de cada cosa y al final todo tiene su significado”.
Según relata, “desde muy temprana edad me nace una vocación y creció en mi un don especial por el arte de la medicina natural, buscando siempre un conocimiento profundo. Mi primera maestra fue mi abuela, ella fue una conocedora de la sabiduría de las plantas, pudiendo con estos frutos de la naturaleza sanar a sus hermanos y hermanas en aquel tiempo en el que la medicina moderna no existía en lugares tan alejados de la civilización. Desde muy niño ella me enseñó a respetar a la naturaleza y todo lo que me rodea, aprendiendo cada vez más y ayudando con mi conocimiento a mis hermanos, como lo hacia ella”.
William se define como “difusor de la cosmovisión andina, difusor de todo lo que es plantas medicinales y difusor de huacas y ceques del antiguo Tahuantinsuyo”. Las huacas son los lugares u objetos incaicos de adoración, desde santuarios a tumbas. La principal huaca incaica era el templo Coricancha en la ciudad del Cusco. Y los ceques, o sistema de ceques, son líneas que parten de este mismo templo ubicado en el centro de la ciudad y servían para organizar las huacas alrededor, constituyendo un complejo sistema sagrado. El Tahuantinsuyo es el nombre de lo que hoy conocemos como “incanato” o “imperio inca”.
Huaman Taipe es un hombre apacible, tranquilo, habla pausado y el relato es ameno y llevadero. Para esta urbana transeúnte, reconocerse chamán es algo curioso. Consultado por los inicios en este arte, él respondió que “aún estoy aprendiendo pues la virtud más grande de un sanador es la paciencia ” y que prefiere llamarse Maestro.
“Viajé por todo mi país, comencé en la zona de los andes, donde conocí los Apus tutelares que cuidan de nosotros, caminé por los lugares de ceremonia que mis antepasados respetaron y honraron. Mi peregrinación continuó en la zona de la costa peruana para encontrarme con la profunda sabiduría del Pachacamac, un centro ceremonial donde se concentra la energía del Chinchaysuyo y Constisuyo y donde me encontré con la planta sagrada llamada Ayama, ahora conocida como Ayahuasca, y aprendí de su ritual y poder con sabios nativos machinguengas. Finalmente, llegué a orillas del Lago Titicaca donde me encontré con la sabiduría alrededor de la hoja de coca, aprendiendo a descifrar lo que nos quiere enseñar. En esta larga peregrinación me terminé de conocer y supe que estoy hecho para este camino, y, con toda convicción ahora digo que nací para servir a mis hermanos, curando con esta sabiduría profunda que aprendí y sigo aprendiendo día a día”.
Cosmovisión andina
Por cosmovisión andina se entiende la relación entre la naturaleza, el hombre y la pachamama como un todo. Esa totalidad es para las culturas locales un ser vivo. El hombre tiene un alma, una fuerza que es motora de vida y también la tienen las plantas, los animales, las montañas y las estrellas, en fin, todo lo que vive. Siendo entonces el hombre naturaleza en sí mismo, no domina ni pretendería hacerlo, sino que convive y existe en la naturaleza como un momento de esta. Esta visión se respeta y se cree con fervor en ella en todo el territorio del valle sagrado, porque, dicho sea de paso, Cusco no es sólo el Machu Picchu y Perú no es sólo Cusco, pero eso amerita otro artículo.
Para William Huaman la cosmovisión andina es “descifrar la tierra y el universo, los dos son duales, los dos son noche y día, hacen una vida acá en la tierra y los dos nos enseñan a los humanos que no es solo vivir acá sino también es vivir allá, arriba”. Agrega que “prestar atención y sentir las señales que nos da la tierra nos hará comprender el por qué de los fenómenos naturales, los terremotos, las inundaciones, etcétera”.
¿Incluso las pandemias? Sí, incluso las pandemias. “Yo siempre veo al cielo y así sé qué es lo que va a pasar. Muchas veces cuando veo eso yo elijo callar, porque las personas de este tiempo están perdiendo ese conocimiento entonces cuando decimos ´va a pasar esto´ nos tildan de locos o cuando ocurren los fenómenos nos llaman brujos”.
“Yo sabía dos años antes que esto iba a ocurrir (covid-19). Y es el principio. Vendrá luego un virus que será tres veces más fuerte y después va a venir una guerra que posiblemente nos va a exterminar a todos. Eso es lo que el hombre ha buscado, es el destructor de sí mismo”. El Maestro nos invita a estar preparados, nos pide amar más, perdonar, enseñar, corregir errores y volver a ser una ayllu, una comunidad.
Del occidente el estrés y la depresión
Dentro de las plantas medicinales con las que trabaja, El Maestro William tiene identificadas 337 de las cuales 21 las califica entre las muy poderosas, cuyas cualidades todavía la ciencia no pudo conocer. Actualmente, es el creador del Centro Espiritual Pachatusan, que significa “el que sostiene el mundo” y está trabajando en una comunidad auto sostenible en la zona de la Amazonia peruana, donde instalará un hospital para compartir e impartir sus conocimientos herbolarios.
El Maestro asegura haber curado enfermedades de lo más diversas, desde cáncer, leucemia, diabetes a problemas como poder concebir o las más profundas angustias. “Cada proceso es único e individual, esas personas curadas han sido quienes me han dado a conocer con otras personas sufrientes, y eso no es turismo, es un viaje de sanación”.
“Muchas personas han llegado hasta mi desde occidente con problemas de salud ocasionadas por la mente. Piensan tener la verdad y la razón de todo, su vida gira a base de dinero, economía, trabajo.. Cuando es así, se olvidan su propia realidad, cuando te olvidas tu propio sentido llega la angustia, llega la depresión, la migraña, todo lo que puede aquejar el corazón y la mente y llevarnos a una confusión, dentro de esa confusión se llegan a situaciones graves como suicidios o aparecen enfermedades fulminantes. En estos casos, creamos el espacio para que esa persona pueda ponerse en contacto con su verdad, abriendo su camino para un significado más profundo y una mayor satisfacción en su vida”.
Consultado por una experiencia que lo haya marcado me contó sobre un joven adicto a la cocaína cuyo presente parecía sin dirección. “Había probado más de una terapia y su padre rozaba la desesperación, me dijo que pagaba cualquier cosa por la sanación de su hijo, se trataba de un poderoso árabe. Busqué su historia clínica y con ella le pregunté a la hoja de coca si podía curarse, eso precisa bastante concentración. Le respondí que sí y le compartí mis reglas, si se adapta va a curarse. Y así fue, estuvo conmigo un mes y diez días, el pago vino después, en casos tan difíciles prefiero trabajar primero y ver si la medicina funciona. Aun mantengo contacto con él, es un hombre sano y enfocado”.
Entender una cosmovisión, significa compartir una intersubjetividad, así se comprende cómo se perciben el espacio y el tiempo en otras culturas. La Quechua es originalmente una cultura oral, la filosofía y el conocimiento viven en la sangre, en los huesos, en la cabeza y el corazón de las personas que deciden continuar sintiéndola y ese es el mayor legado. Por eso el Maestro repite como un mantra lo importante de ser real, de entender el propósito de nuestro paso por la tierra.
Sea cual fuere el motivo que lleve a Cusco, es condición aprovechar esa fuente de inspiración. Las calles empedradas, los atardeceres que queman, los valles que son alfombras, los Apus ahí, latiendo enormes. La música, las costumbres, las expresiones culturales en la calle y para el mundo. El ecosistema cusqueño es inspiración, moviliza, sacude y despierta.
Hermosa nota! El primer paso para ser una ayllu universal es el conocimiento, gracias por compartirlo.
Si!! A mí lo que más me flashó de las comunidades andinas y su cosmovisión es entender como ser vivo a todo lo que nos rodea.. si unx entiende por árbol la casa de otros animales, el facilitador del oxígeno y sombra, lo vamos a tratar de una manera diferente a si sólo vemos en él madera o un simple árbol.
Amé ésta nota. Conectar con nuestra naturaleza es conectar con nosotrxs mismos. La medicina como liberación del enfoque actual sistemático, el viaje ancestral como la expansión de nuestra alma. Y ahí en la descripción de Cusco, un viaje imaginario a los pueblos originarios.
Gracias!
A ti por leerme! Qué lindas palabras elegiste, resumen la intención de la nota con totalidad
Interesante la nota,, sobre todo porque nos ayuda a reflexionar al pensar que no vivimos con la naturaleza y la madre tierra sino que somos un todo y parte .. por lo que debemos cuidarla como a nuestro propio cuerpo.
gracias
Exactamente! Cada partecita del planeta es nuestro hogar