¿Cómo queremos vivir el mañana? ¿Qué hacemos para que ese mañana sea así, como lo pensamos? ¿Cómo influyen nuestras acciones presentes, cotidianas, individuales y colectivas en el futuro? En épocas de pandemia, pos y nuevas normalidades, una reflexión con gusto a sal y Pan de Azúcar.
Río de Janeiro es Copacabana e Ipanema, una maravilla del mundo, la escalera de Selarón, zamba ná rúa, coloridas favelas, fútbol y carnaval, pero también es Mañana. Para los Juegos Olímpicos celebrados en 2015, el arquitecto español Santiago Calatrava diseñó el Museo del Mañana (Museu do Amanhá en portugués) como parte de las obras de modernización de la Bahía de Guanabara, en la zona portuaria de la ciudad. Hoy es un ícono de la cidade maravilhosa.
En la televisión se mezcla el pánico, la cuarentena más larga del mundo y la incertidumbre sobre “el mañana”. Poca información sobre el origen de los alimentos que ingerimos, la quema de humedales y bosques y la falta de conciencia sobre consumo y generación de basura, entre otros grandes temas con consecuencias indescifrables. Las preguntas hechas al comienzo de este artículo son las que el Museo del Mañana nos hace y con las que busca interpelarnos.
El presente es un momento clave para responderlas y tomar acción. Después de recorrer sus salas, diseñadas para repensar nuestros hábitos de consumo, qué tipo de futuro estamos creando, qué usos le damos al transporte, a la ciencia, y qué trato le damos al planeta como el espacio que habitamos, forman parte de un entramado tangible con consecuencias devastadoras.
Más allá de las teorías conspirativas que rondan al covid-19, la ciencia indica que estos desbarajustes ecoambientales provocados por el abuso y la violencia ejercida hacia la tierra y los animales tienen consecuencias concretas que hoy paralizaron al mundo con una pandemia incontrolable que nos obliga a replantear el modo en que vivimos.
El Museo nos muestra diferentes tipos de futuro, resultado de los cambios que hemos producido en el mundo y en la humanidad. Hubo que hacerse las preguntas filosóficas que hace siglos nos planteamos como por ejemplo de dónde venimos y hacia dónde vamos; pero la clave está en pensar cómo queremos ir.
La idea eje es recorrer una especie de línea de tiempo por la historia que conocemos sobre el cosmos, focalizando en la humanidad y buscando generar conciencia sobre la huella que dejamos en la tierra. El recorrido empieza en una sala ovalada donde se proyecta un breve documental realizado por Fernando Meirelles (director de Cidade de Deus) sobre el origen del universo y continua en tres salas cúbicas cuyos temas específicos son la materia, la vida y el pensamiento.
Contemporáneo, lúdico e interactivo, el mensaje conceptual apunta severamente a hacer click y cambiar el chip porque está claro que hace rato ya es mañana. Un dato llamada a la acción, en 50 años se van a generar más cambios que en los últimos diez mil, así de rápido nos hemos comido al planeta.
Conjunción de arte, diseño, tecnología y ciencia se desprende de esta investigación permanente seis grandes tendencias hacia donde apuntar en las próximas cinco décadas: cambios climáticos, cambios en la biodiversidad, crecimiento de la población mundial y longevidad, mayor integración y diferenciación de culturas, avance de la tecnología y expansión del conocimiento.
Museu do Amanhá se encuentra en la zona portuaria de Río, ocupa 15 mil metros cuadrados y arquitectónicamente es increíble. Su estructura es de acero y cuenta con paneles fotovoltaicos en el techo para almacenar luz solar. Utiliza un sistema de climatización que implica filtración del agua que devuelve limpia al mar y en los jardines se pueden apreciar 24 especies de la mata atlántica y restinga. El funcionamiento sustentable va acorde a la línea ideológica que predica.
La experiencia es intensa y la visita obligatoria si Río está en tu destino. No hay excusa. Hace algunos años que milito la ecología pero después del Museo se tornó radical. Ya no consumo ni un solo producto de kiosko porque no soporto los envoltorios plásticos tan difícil de reciclar. Sí, tenemos que ir drásticamente al futuro que deseamos. Mañana es hoy, es ahorita. Imposible no salir reflexionando, la idea es que no sea una obra más en nuestros itinerarios de viaje y realmente nos preguntemos en lo personal ¿qué futuro quiero y cómo quiero llegar hasta él?
Deberíamos todxs empezar a reflexionar sobre cuáles de nuestras acciones influyen directa o indirectamente en nuestra casa, que es única y es la tierra.
No puede ser que perpetuemos hábitos tan perjudiciales que se vienen dando desde hace décadas.Tenemos que poner(nos) un freno y mirar cómo son las cosas en realidad para poder aprender a dejar nuestras huellas sin que eso sea sinónimo de deterioro y/o destrucción.
Qué lindo leerte, que desde mi casa me traslades al museo y me invites a reflexionar!
Hola Facu!
Me encantó la idea de dejar una huella que no sea destructiva..
Gracias a vos por estar del otro lado, es un mimo al alma!