Mi viaje por Bolivia iba viendo su final, no sin antes recorrer el santuario poético más cercano al cielo que haya conocido: el Salar de Uyuni. Ubicado a 3800 metros sobre el nivel del mar, se trata del desierto de sal más grande del mundo y al que llegan miles de viajeros y viajeras todos los días. Si estás en Bolivia, en el norte de Argentina o en Chile, no dudes en conocerlo.
Me fui de Potosí un día de octubre, por la madrugada y, en el medio de cortes de calles y movilización. Bolivia es un país políticamente activo y fuerte en las manifestaciones y la ciudad minera carga con una injusta historia desde el descubrimiento de la riqueza del metal que se obtiene en Cerro Rico. Sumado al histórico problema que deriva de las regalías del litio, el 2019 fue año de elecciones.
Un colectivo logró salir rumbo a la ciudad de Tupiza, cabe mencionar que desde Potosí a Uyuni no hay bus directo. Pasé la noche en un hostel cercano a la terminal: el clima ya era otro, se sentía el calorcito y la paz de un pueblo chico.
Recorrí Tupiza acompañada de un viajero argentino y nos despedimos a la tarde, cuando él salía para Jujuy y yo rumbo al Salar, “vas a volver alucinada”, me dijo y nos despedimos. Maté las horas con la mochila a cuestas conversando con los lugareños, sentada en las veredas, disfrutando del buen tiempo, después de tanto frío de montaña, de vientos de los Andes.
Con demora, salió el colectivo y por la tarde ya estaba llegando al diminuto y extraño pueblo de Uyuni. Localidad de ferroviarios, bastante olvidados, el mercado se instala en la avenida principal y ahí encontras de todo, desde juguetes a puestos de comida, todo súper accesible, como en todos los mercados en territorio boliviano.
El turismo es la principal actividad comercial y hacía bastante que no veía tanto gringo. Caminé por la calle frente a las vías, donde se encuentran todas las agencias para hacer el tour al Salar. Se ofrecen de un día, tres o cuatro. En el final de mi viaje ya contaba con poco dinero, tuve que elegir el de un día apenas, pero alguna vez volveré para dormir y despertar en este mágico lugar.
Vale la pena escuchar lo que tienen que decir los vendedores de tours y otros viajeros, pero a mi criterio las agencias ofrecen un servicio muy similar y por lo que viví, cumplen con lo dicho. Una vez reservado mi lugar para salir de excursión al otro día, cené y me acosté temprano.
Imprescindibles para la visita, protector solar y lentes de sol, el reflejo sobre el increíble desierto blanco puede lastimar la vista en pleno mediodía. El viaje fue en una 4×4 junto a nuestro conductor y guía, Raúl, buena onda, predispuesto y conversador. Compartí la aventura con un ecuatoriano, una pareja de Perú y un matrimonio de Cochabamba, formamos un hermoso grupo.
La primera parada del tour es en el Cementerio de Trenes cuyas vías datan del año 1899. Estos trenes de carga se usaban para transportar plata y otros minerales. Los negocios van y vienen y con el tiempo los vagones quedaron olvidados, el clima va limando los fierros, otros se los fueron llevando y la postal se convirtió en algo atractivo para subir, sacarse fotos y pensar en lo que alguna vez fue.
El chofer conoce muy bien la ruta ¡y qué suerte! Da una sensación de cosquilleo y asombro ver por primera vez algo así de increíble, son 12.000 km sólo de sal, inacabable recurso natural. Los hexágonos que se forman naturalmente son dignos de fotografiar, igual que la interminable carretera. Es posible visitar el salar por propios medios, para quienes se sientan así de aventureros o posean un gran sentido de la ubicación.
Para la gente de Uyuni, el Dakar 2014 marcó un antes y un después. Aún hay recordatorios en las paredes del pueblo, pintadas en los muros y carteles, incluso en el Salar. Visitamos la posta con las banderas de todos los países, clave para hacer fotos, y entrar al hotel, completamente de sal, ubicado frente al monumento: sí, mesas, bancos, muebles, todo, todo hecho de bloques de sal.
Entre tanto blanco cegador de repente algo parece distinguirse a lo lejos, se trata de la Isla Incahuasi, o como le dicen, la Isla del Pescado. Miles de cactus se erigen sobre la tierra convirtiéndose en lo único vivo en kilómetros. Si haces el tour de 3 o 4 días, visitaras lagunas, verás venados y flamencos y si vas en épocas de lluvia, enero y febrero generalmente, conocerás el mágico espejo que se forma entre el cielo y el suelo. Efectos ópticos sin igual para tomar fotografías y jugar.
El tour de un día incluye: el viaje en 4×4, visita y parada a almorzar en Colchani, pequeñísimo pueblo a pocos kilómetros de Uyuni, que vive exclusivamente de trabajar la sal, amerita conversar con ellos y llevarse algún recuerdo de los que venden, prácticamente de eso viven. Luego paramos 30 minutos en el cementerio de trenes, fotos divertidas con objetos y efectos en el medio del desierto, visita al hotel de sal y posta de banderas, refresco, parada en Isla Incahuasi y la vibra del guía que también oficia de fotógrafo.
Esto es ¡increíble! No he leído algo como esto en mucho tiempo . Gratificante hallar a alguien con algunas ideas originales sobre este tema. Este blog es algo que se necesita en la blogoesfera , alguien con un poco de dominio. Un trabajo útil para traer algo nuevo a Internet. Gracias de todos lo que te leemos.
Awwww me estremeció el corazón. Infinitamente agradecida por este mensaje!!! Gracias por seguirme, te invito a mi instagram donde subo contenido más frecuente aunque ya estoy planeando nuevo viaje y nuevo material!
Sorprendente post. Gracias por compartirlo…Espero màs…
Saludos
Muchas gracias!!! Qué bueno que te haya parecido sorprendente! Siempre recibo feliz recomendaciones, críticas constructivas y estos mimos! Gracias!
Pingback: canadian discount pharmacies